domingo, 26 de octubre de 2014

El arte neoclásico

En el siglo XVIII, una serie de circunstancias van a favorecer el redescubrimiento de la antigüedad clásica: los hallazgos arqueológicos de Pompeya y Herculano, ciudades sepultadas por las cenizas del Vesubio en el siglo I, la prolífera bibliografía arqueológica, el cansancio ante las formas recargadas del Barroco y el Rococó, así como la labor de las Academias, que confirmarán el valor de lo clásico frente al estilo barroco, despertarán un interés por lo clásico que desembocará en el Neoclasicismo

Por otra parte, los representantes de la Revolución Francesa ven en el Neoclasicismo la derrota de la aristocracia, sus salones y palacios. Es así como el estilo Neoclásico se prolongará hasta el período napoleónico y su "estilo imperio": el nuevo emperador necesitaba del arte de los Césares para el expresar el imperio universal al que aspiraba...

La cuna del nuevo estilo artístico es Francia y su máximo representante, Jacques Louis David (1748-1825), pintor francés y activo participante en la Revolución. Puso sus pinceles al servicio de los ideales revolucionarios, que quedaron plasmados en obras como Juramento del Juego de Pelota o Marat muerto. Más tarde fue pintor de cámara de Napoleón, siendo desterrado al caer este.

Una de sus obras más destacadas es esta, el Juramento de los Horacios. La obra fue realizada tan solo cinco años antes del estallido revolucionario y ya en ella David intenta plasmar los valores de una nueva etapa frente al Antiguo Régimen. Tanto el contenido como el continente son de inspiración clásica:

- El tema representado es la leyenda de los Horacios, tres hermanos que lucharon frente a los Curiacios por el dominio de la Italia Central, los primeros representando a Roma y los segundos a Alba Longa. El momento elegido es el juramento de los tres hermanos a su padre, ante el abatimiento de las esposas e hijos. El debate entre el honor y la defensa de la patria, por un lado y el dolor y el amor hacia la familia, por otro, permanece en el fondo.

- Composición: Observa a continuación que el orden, la geometría y la simetría ordenan el cuadro: tres figuras masculinas a la izquierda y tres femeninas a la derecha del personaje central, que estructura la composición; fíjate en los triángulos que forman ambos grupos y el tercero, en las piernas del padre. Podríamos hablar de una composición piramidal, siendo el vértice, las espadas. Los puntos de fuga confluyen en el centro de la obra, ahí donde se nos va la mirada, a nosotros como espectadores y a los personajes masculinos de la obra, a las espadas de nuevo, símbolo del juramento entre el padre y los hijos. Al fondo, arquitectura clásica: arcos de medio punto y columnas de orden dórico.

Volumen: las figuras presentan influencia clásica, tanto en la anatomía que dejan ver, como en la actitud, en el gesto. La forma casi escultórica de las figuras se consigue con el predominio de la línea del dibujo sobre el color. 

- Color: El colorido es frío, en tonos grises y tierra, destacando, precisamente en el centro, el rojo de la túnica del padre, símbolo del derramamiento de sangre que está a punto de ocurrir...

- Luz: Observa cómo la luz entra en la escena por la izquierda, dando más volumen a las figuras y dejando en sombra el fondo, menos importante en la escena y consiguiendo que la atención se centre en los personajes. 

- Perspectiva: lineal, a la que contribuyen las líneas de fuga que podemos ver a partir de los baldosines que confluyen en las espadas. 

- Movimiento: en el cuadrilátero que conforman los hombres, el movimiento está contenido justo en el momento álgido del juramento. Son gestos decicidos que se representan con líneas rectas. Sin embargo en las mujeres el movimiento es lánguido, se dejan caer abatidas por el dolor formando las únicas curvas del cuadro, junto con las de los arcos.



¿Serías capaz de hacer lo mismo con la Muerte de Marat?